La detective privada Kit Morris está triste. Renunció a su anterior empleo permitiéndole al asistente financiero, Logan Deverell, ver, por si mismo, hasta dónde podría llevarlo su toque de rey Midas… ¡sin una secretaria!
Durante tres años había manejado los libros y perdido la cabeza por… ¡el mismísimo Logan!
Si él era demasiado orgulloso como para sentir las chispas entre ellos, Kit estaba dispuesta a hacerle sentir su ausencia.
¿Cómo debía reaccionar un hombre de negocios respetable, cuando su ex-secretaria aparecía trabajando como detective privado? Por supuesto Logan era desdichado. Pero no podía pedirle a Kit que regresara al trabajo cuando cada pulgada de su cuerpo la quería… ¡para jugar!
Durante tres años había manejado los libros y perdido la cabeza por… ¡el mismísimo Logan!
Si él era demasiado orgulloso como para sentir las chispas entre ellos, Kit estaba dispuesta a hacerle sentir su ausencia.
¿Cómo debía reaccionar un hombre de negocios respetable, cuando su ex-secretaria aparecía trabajando como detective privado? Por supuesto Logan era desdichado. Pero no podía pedirle a Kit que regresara al trabajo cuando cada pulgada de su cuerpo la quería… ¡para jugar!
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